Publicado en el Diario El Comercio Lunes 17 de Enero del 2011
La palabra elección viene del latín ‘electio’, que significa elegir.
Los griegos utilizaron tres formas de elección: el sorteo, la votación y la aclamación. La primera era considerada la más democrática, porque contaba con el favor de los dioses. La segunda, que se realizaba a mano alzada o en secreto, mediante piedras u ostras, se estimaba que favorecía a los más ricos, famosos y elocuentes. En tanto la aclamación era expresión de la multitud.
Es importante destacar cómo los griegos, en su incipiente experiencia democrática directa, buscaban evitar que el poder del dinero, la fama y la elocuencia perturbaran su sistema político; por ello mostraban su predilección por el sorteo, como la forma de elección más democrática de todas.
Vale recordar que ya Sófocles en “Edipo Rey” puso en boca de Edipo dirigiéndose a Creonte: “¿No es tu intento una locura: buscar con ahínco el poder sin el apoyo del pueblo y de los amigos, cuando se obtiene con la ayuda de aquel y de las riquezas?”.
Ahora que estamos ad portas de un proceso electoral nacional busquemos proteger nuestra todavía endeble democracia, cuyo principal corrosivo se encuentra en el poder económico malhadado y la demagogia, el primero porque compra voluntades y la segunda porque seduce al pueblo. Por ello la transparencia en el financiamiento de las campañas es vital para el país.
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