Se dice que uno de los primeros en usar el término nacionalismo, cuya acepción etimológica viene de nacional, nación (de la raíz latina ‘natio’, derivada de ‘nasci’, que significa nacer), fue Johann Gottfried von Herder (1744-1803), filósofo alemán que estudió con Kant. Sin embargo él no fue nacionalista, sino casi cosmopolita.
El nacionalismo es producto del sentimiento que tienen los pueblos en torno a su territorio, idioma, costumbre y tradiciones. Es decir, es una situación de hecho, pero puede convertirse en una concepción del mundo, en ideología, cuando un grupo humano desarrolla una teoría para explicarla y resalta los valores de una sociedad como si fueran valores supremos y eternos.
Hay nacionalismos de todas las vertientes: liberales, conservadores, revolucionarios, racistas, populistas, de izquierda y de derecha. Como afirma Mario Vargas Llosa, la dificultad por ubicar a esta doctrina es su carácter protoplásmático, que le permite reproducirse en diversas manifestaciones sociopolíticas. También los hay democráticos y antidemocráticos.
El nacionalismo es producto del sentimiento que tienen los pueblos en torno a su territorio, idioma, costumbre y tradiciones. Es decir, es una situación de hecho, pero puede convertirse en una concepción del mundo, en ideología, cuando un grupo humano desarrolla una teoría para explicarla y resalta los valores de una sociedad como si fueran valores supremos y eternos.
Hay nacionalismos de todas las vertientes: liberales, conservadores, revolucionarios, racistas, populistas, de izquierda y de derecha. Como afirma Mario Vargas Llosa, la dificultad por ubicar a esta doctrina es su carácter protoplásmático, que le permite reproducirse en diversas manifestaciones sociopolíticas. También los hay democráticos y antidemocráticos.
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